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ACCIONES

El próximo 28 de marzo, justo el día siguiente al Día Mundial del Teatro, presentaremos en el registro de entrada de la conselleria de Cultura y Deporte el presente escrito: mapa de la situación de las Artes Escénicas y demanda de dimisión de la actual directora de Teatres de la Generalitat Valenciana.
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Ese mismo día se convocará una mesa redonda para exponer y debatir el presente del sector y las posibles acciones para mejorar su inestable situación.

ACLARACIONES

Este documento nace de la iniciativa personal e individual de los profesionales de la escena valenciana, y de su desasosiego como ciudadanos y trabajadores ante la grave situación actual del sector.

Los firmantes de este manifiesto no representan a ningún colectivo ni asociación vinculada a la profesión, sino a ellos mismos como personas afectadas directa o indirectamente por la gestión que se expone. Asimismo, este escrito no nace, tampoco, de la mano de iniciativa política alguna ni pretende convertirse en altavoz de ningún partido político.

Por este motivo, y con la voluntad de crear una red de adhesiones de profesionales lo más amplia y significativa posible del sentir del sector, el documento está abierto a las nuevas propuestas y sugerencias que puedan aportar los firmantes, aunque se mantendrá el espíritu del texto que, dada la gravedad de los hechos expuestos, no podrá variar significativamente en sus contenidos.

CARTA ABIERTA A INMACULADA GIL LÁZARO EN LA QUE SE PIDE SU RENUNCIA COMO DIRECTORA GENERAL DE TEATRES DE LA GENERALITAT VALENCIANA.

Señora directora general de TGV:

La situación general de las artes escénicas a nuestra Comunitat ha llegado a un punto en que nos vemos obligados a dirigirnos directamente a usted por la responsabilidad directa que tiene en la aplicación de una política y el desarrollo de una gestión cultural que está arruinando todas las estructuras que sostienen y organizan los diferentes sectores que integran la escena valenciana.

Y es por eso que las personas que vivimos, o intentamos vivir, de un oficio vinculado a las artes escénicas en la Comunitat Valenciana (intérpretes, autores, directores, escenógrafos, bailarines, coreógrafos, músicos, compositores, artistas de circo, programadores, administradores, distribuidores, productores, técnicos de luz y sonido, maquinistas, iluminadores, titiriteros, etc.), sin distinción de género, hemos decidido unir nuestra voz para expresar públicamente nuestro desasosiego y nuestra indignación ante la complacencia y la complicidad irresponsable del Consell valenciano con el menosprecio y las continuas agresiones de todo tipo al mundo del teatro, del circo y de la danza llevadas a cabo por usted como principal responsable de la dirección general de TGV.

Le referiremos con detalle unos hechos que ponen en evidencia con claridad meridiana una manera absolutamente irracional y megalómana de gestionar el presupuesto público. Una gestión incompetente que ha conseguido derrumbar estructuras y proyectos que había costado décadas poner en pie. Una gestión torpe que ha dilapidado cifras astronómicas de dinero proveniente de los impuestos de todos y cada uno de los ciudadanos valencianos en acontecimientos de escaparate fuera de un plan o programa de consolidación y desarrollo de las artes escénicas de la Comunitat Valenciana; una planificación que, incomprensiblemente, usted como directora parece no haber tenido nunca.

Queremos hacer patente nuestra desesperación y nuestra impotencia denunciando una situación que está llevando hacia la extinción el conjunto de la profesión escénica valenciana y toda la actividad que le es propia.

A continuación le exponemos los hechos concretos que denunciamos y las razones pertinentes que nos avalan, en un intento de hacer visibles todos los despropósitos que acompañan su gestión.

CUESTIONES ECONÓMICAS

1. RAZONES DE GESTIÓN ECONÓMICA
1.1. DESBARAJUSTE PRESUPUESTARIO Y FALTA DE TRANSPARENCIA
1.2. CENTRO COREOGRÁFICO DE LA GENERALITAT VALENCIANA.
1.3. AYUDAS A SALAS Y A COMPAÑÍAS
1.4. ACTORES Y ACTRICES
1.5. CIRCUITO TEATRAL VALENCIANO
1.6. CIRCO
1.7. EL CASO DE SAGUNT A ESCENA
1.8. EL CASO DE PEPE SANCHO
1.9. CONCLUSIÓN

1. RAZONES DE GESTIÓN ECONÓMICA

1.1. DESBARAJUSTE PRESUPUESTARIO Y FALTA DE TRANSPARENCIA

TGV emprendió su deriva económica en 2005, justo el año que usted estrenaba el cargo de directora. Hoy, esta empresa pública tiene un deuda de 10 millones de euros; el principal incremento de presupuesto se ha producido en el capítulo de Personal y en el capítulo genérico de Inversiones.
Hace pocos meses una auditoría de la conselleria de Economía de la Generalitat Valenciana puso en evidencia su torpe gestión económica al frente de la dirección general. Un secreto a voces dentro de la administración, tanto es así que a principios de 2010 la consejera de Cultura se vio obligada a designar un nuevo alto cargo específico para controlar y poner orden en unas finanzas disparatadas que habían estado hasta entonces responsabilidad única suya.

La auditoría pone el acento en la misteriosa manera en que el ente público ha gastado tres millones de euros más de los presupuestados en el ejercicio de 2009 y, acto seguido, señala la incapacidad de TGV para continuar con su actividad esta temporada a causa de las deudas acumuladas y los recortes previstos. Cuando se ha conocido la noticia, usted no ha dudado en atribuir ese gasto extra a las subvenciones entregadas a las compañías valencianas (1,4 millones exactamente, según sus palabras), y a la mala gestión de sus antecesores (aludiendo al pago de la deuda acumulada por TGV desde 2002 que alcanza los diez millones de euros).

Sin embargo, como ya ha quedado demostrado en otras ocasiones, cuando ha dado explicaciones ante los medios de comunicación –hecho poco habitual–, las cifras le bailan en el éter de su memoria: igual dice un millón como ninguno, si se trata de redondear...

La auditoría, sin embargo, no engaña y pone en evidencia que el principal aumento se produjo, repetimos, en el capítulo de Personal y en el capítulo de Inversiones. Y es que usted, en los años que lleva al frente de TGV, ha creado una nueva plantilla a su medida, duplicando puestos de trabajo. Todo ello sin que entremos a detallar la larga lista de asesores que ha nombrado y los grandes dispendios que ha cometido en promociones de difícil justificación (en balnearios y hoteles, o en viajes cuando, por ejemplo, el Ballet de TVG ha salido de gira), y también, sin ir más lejos, cuando a finales del 2008, ya con la crisis haciéndose notar, decidió comprar con el dinero de los contribuyentes un Mercedes Clase C para sus desplazamientos desde Burjassot.

La poca transparencia de su gestión se traduce en la manipulación con la que usted trata los documentos económicos que se le presentan: simplificando torticeramente veinte páginas en una sola; interviniendo directamente en quien cobra hoy y quien “ya veremos cuando cobra”, priorizando el pago a sus allegados y retrasando indiscriminadamente el pago a otros proveedores, privilegio que le han sustraído recientemente, en otra muestra de desautorización de sus superiores hacia su gestión.

Es decir, TGV iniciaba su deriva económica el año que usted es nombrada. Según la Sindicatura de Cuentas en aquel año se produjo un aumento de su pasivo del 45% y se situó en 6.456.129€. De esa cifra destaca sobre todo la deuda que TGV adquirió con las entidades de crédito, que fue de 3.916.995€, un 423% más de la que se registró el ejercicio anterior con su antecesor en la dirección general, Juan Vicente Martínez Luciano, que era de 748.529€.

Desde el sindicato Comisiones Obreras y desde las asociaciones profesionales del sector de las artes escénicas se plantea la exigencia de saber donde fue a parar aquel dinero teniendo en cuenta que en el plazo de un año no hubo variaciones significativas por lo que respecta a la programación y a la producción de TGV. Por ejemplo: el Teatro Principal programó las mismas funciones el año 2004 que el 2005, 170 representaciones, y el Rialto menos aún, de 184 pasó a programar 173. Mientras que la gran coproducción del 2004, La pell en flames de Martínez Luciano, costó a TGV 36.000€, la del año siguiente, Memorias de Adriano con Pepe Sancho, alcanzó 286.376€. Sancho, solo por la dirección de su quinto trabajo en cinco años para TGV, Los intereses creados de Jacinto Benavente, ha cobrado seis veces más de lo que han cobrado directores de prestigio valencianos que han trabajado en otras producciones de TGV.

Con todo, ¿cuál es el balance de los diez millones de deuda acumulados? ¿Qué ha ganado el público valenciano en todos estos años? ¿Se ha creado un tejido empresarial y teatral, circense o de danza fuerte? ¿Un teatro nacional tal vez? No, la nada más absoluta. Sí que subsisten en cambio decenas de compañías que no han cobrado cuando debían, un 80% de intérpretes en el paro y un gran número de empresas de servicios al borde de un desastre anunciado.

1.2. CENTRO COREOGRÁFICO DE TGV

El Centro Coreográfico se concibió como un proyecto de ámbito estatal pero ubicado en la ciudad Valencia, como reflejo del buen momento artístico que atravesaba la danza valenciana, con compañías con una trayectoria consolidada y un nivel artístico reconocido. El CC es hijo legítimo de los encuentros sectoriales que propiciaba el festival de Dansa València y del apoyo de la profesión de todo el Estado (compañías, programadores y representantes de otras administraciones), que renunciaron a impulsar otras opciones con el fin de apoyar el de Valencia como ejemplo de descentralización de la política cultural.

La casuística electoral y las diferencias políticas entre Madrid y Valencia impidieron poner en pie el proyecto en los términos previstos y, unilateralmente, el año 1998 el gobierno valenciano inauguró la sede del CC en Burjassot, su campo de acción quedó reducido al territorio valenciano y la nombró a usted como coordinadora del centro.

Según los mismos responsables, desde el mes de abril de 1998, el CC ha asumido las tareas de promoción y difusión de la danza valenciana. Es el único centro de estas características en toda España y tiene una clara vocación de promover la danza también en los ámbitos nacional e internacional. El CC ha producido y coproducido espectáculos, ha acogido residencias de compañías para la creación de espectáculos y ha heredado la organización del festival Dansa València. Asimismo, ha concedido becas de investigación, ha abierto una línea de producción para público escolar y se encarga de la programación de danza de las salas dependientes de TGV. Del CC depende también el actual Ballet de TGV, que está integrado por 16 bailarines y ha puesto en escena un amplio repertorio de obras de coreógrafos como Ramon Oller, Gustavo Ramírez, Davi Brun, Inma Rubio, Ramis Levi, Patrick de Bana, Nacho Duato, Alicia Alonso o Wil Swanson.

Estos objetivos han guiado las iniciativas del CC durante cerca de una década, en la que se ha propiciado en mayor o menor medida la residencia de compañías valencianas, los cursos de perfeccionamiento y las clases magistrales, las becas de estudio, la creación de una cédula de inserción profesional para propiciar el acercamiento entre el Conservatorio y las compañías. También se ha dado un paso decisivo en el apoyo a las compañías privadas con la creación de una orden de ayudas específica para la danza que intenta potenciar las estructuras empresariales de las compañías y consolidar una oferta permanente de espectáculos de danza. En este período, el Ballet de TGV ha escenificado también algunas piezas de coreógrafos valencianos como Gustavo Ramírez y Asun Noales. Al fin y al cabo, todo un paquete de acciones que consolidarán una lógica y deseada progresión del sector de la danza dentro del conjunto de las artes escénicas.

El cambio objetivos artísticos empieza a producirse poco después de que usted ocupe la dirección general. Fortalecida por las competencias que le da el nuevo cargo y por la estrecha relación personal que mantiene con las instancias políticas, usted da un golpe de timón que hace tambalear TGV y la sede de Burjassot se convierte en una especie de búnker, opaco a cualquiera iniciativa, proyecto o sugerencia que no venga del reducido grupo de colaboradores a sueldo con que se enroca.
La opacidad con la que el nuevo equipo de dirección trabaja provoca un distanciamiento con los profesionales del sector que cada vez se sienten más marginados, y a menudo son objeto de críticas y descalificaciones por parte suya. El aislamiento tiene también su efecto sobre el propio personal de TGV, un ente que poco a poco se va vaciando de contenido y de competencias, sobre todo en el área de teatro.

Usted ha reconocido en más de una ocasión el escasísima formación teatral que tiene, es por eso que entendemos como lógica la absoluta primacía que ha adquirido el Ballet de TGV, convertido en la principal seña de identidad del Centro Coreográfico, consiguiendo un nivel de producción inimaginable hace unos años y que mantiene una presencia continuada en los principales teatros públicos valencianos. Según nuestros datos el presupuesto del Ballet se acerca actualmente a 1.000.000€, nada que objetar a la cifra, lo grave es el uso que se hace de esta suma: el mismo Centro Coreográfico ha propiciado giras por Malta, China o Cuba asumiendo unas gastos extraordinarios que rondan los 50.000€ cada vez que el elenco al completo coge un avión para presentarse en el extranjero. Con unos resultados ciertamente magros. No se entiende como unos gastos tan exorbitados se han podido asumir con el ya crónico endeudamiento de la administración pública.

También se han producido algunos hechos insólitos difícilmente explicables en términos de gestión pública, donde deberían predominar criterios estrictamente profesionales. El coreógrafo catalán Ramon Oller parece haberse convertido en el coreógrafo oficial residente del CC. En los últimos dos años ha dirigido o codirigido los espectáculos Carmen, El meu príncep, 1910 y Sangre Pura. Quizá todo el mundo debiera saber que Ramon Oller tiene pendiente una deuda con la administración pública que lo ha obligado a cerrar la compañía y a renunciar a las subvenciones. Pero usted no encuentra ningún obstáculo para contratarlo en Valencia y poner en escena el antiguo repertorio del coreógrafo, con el consiguiente desgaste económico que ello comporta. Así por ejemplo, en un montaje como el Amor Brujo, la actuación con música en directo de esta reposición supuso un coste superior a los 100.000€. Y no debemos olvidar que estas iniciativas del CC se producen en buena parte durante el año 2010, en un contexto de crisis económica, cuando los presupuestos de TGV sufren una reducción del 40%.

La voluntad de despersonalizar el entramado escénico valenciano para adaptarlo a sus gustos personales también han afectado el festival Dansa València, un eficaz escaparate para la danza valenciana, el cual ahora mismo tiene una presencia puramente residual. Dansa València se ha convertido en la edición de 2010 en una pedestre Temporada internacional de danza. El objetivo de la convocatoria (es impropio llamarlo festival) está claro: por lo que respecta a la programación hay un predominio absoluto de grandes compañías estatales e internacionales contratadas a golpe de talonario y por lo que respecta a la filosofía del proyecto, lisa y llanamente no tiene. La única razón que se esgrime como válida parece ser la asistencia del público. Han pasado a mejor vida los encuentros, el intercambio y la reflexión entre los profesionales del sector. Y las transacciones comerciales entre creadores y programadores. Es decir, todo lo que permitía al sector de la danza estar en contacto con las últimas corrientes internacionales, y con los nuevos modelos de producción y gestión (de clásico, neoclásico o contemporáneo –objetivo primero del festival– es residual y centrifugado a los espacios marginales)… ha quedado soslayado.

También el festival de 2010 ha contado con un presupuesto extraordinariamente generoso cuando, insistimos, las reducciones en todas las demás áreas han sido sangrantes. El presupuesto global ha llegado a 300.000€, y solo las actuaciones del Ballet de Montecarlo han costado 160.000€.

Todo este desbarajuste económico alrededor del CC y del Ballet de TGV evidencia el uso personal que usted está haciendo de su cargo y cómo proyecta escandalosamente sus gustos personales en el ejercicio de la función pública. Desde su cargo debería velar por el equilibrio en el reparto de los recursos, por la integración de la danza valenciana en las instituciones y por su desarrollo artístico, aspectos absolutamente desatendidos en los últimos 3 años.

1.3. AYUDAS A SALAS Y A COMPAÑÍAS

Es grave la disminución o completa eliminación de las ayudas a las salas que programan espectáculos como la Sala l’Horta, el Teatre Micalet o el Teatro de los Manantiales en la ciudad de Valencia, o el Teatre del Raval de Gandia. Y en lugar de aumentar la partida teniendo en cuenta la rentabilidad de estos espacios, se han redistribuido las cantidades que antes recibían las salas anteriormente mencionadas entre otras que, por supuesto, también son merecedoras de ayudas, pero que no resisten la comparación competitiva.

Igualmente grave es la indiscriminada disminución de la cuantía de las ayudas destinadas a las compañías, tanto para la modalidad de producción como para gira, cuando en otras partidas dedicadas a las producciones propias de TGV, a la gira de las compañías residentes o de las mismas producciones propias o a gastos de infraestructura y logística, no se hacen los mismos recortes.

Se prima la ejecución de proyectos costosos y efímeros por encima de la actividad de muchas compañías de base que, en definitiva, son las que aportan al público valenciano la variedad y la fecundidad de las propuestas escénicas que se hacen desde aquí. Consecuentemente, cada vez resulta más difícil que las empresas valencianas puedan girar sus espectáculos por todo el Estado y por el extranjero, cosa que también dificulta la promoción de la cultura valenciana fuera de las nuestros fronteras.

1.4. ACTORES Y ACTRICES VALENCIANOS

Los intérpretes actualmente no pasan por un buen momento, una cifra les quita el sueño: el 80% de las actrices y los actores valencianos están en el paro. Preocupación que ya se venía gestando desde hacía años, antes de su llegada a la dirección de TGV, aunque en estos últimos cinco años no ha hecho más que agravarse.

Su llegada al cargo ya fue polémica, precisamente en el momento en que se estaba gestando una mejora dinámica y a largo plazo, pactada entre la profesión y el director que le precedió, pero quedó truncada con su incorporación. Aun así, se esperó por cortesía ver los frutos de su trabajo y observar si podía contribuir al progreso de las artes escénicas valencianas. Sus primeros años fueron “amables”, solo debía continuar con lo que se había pactado a medias con su predecesor, pero desgraciadamente no fue así. Se había quedado en construcción, también durante esos primeros años, la creación de un star system autonómico auspiciado por el mercado de producción audiovisual de Ràdio Televisió Valenciana, una circunstancia que promocionó y dio trabajo en una mayoría de actrices y actores, pero se dejó pasar la ocasión y no se supo aprovechar la oportunidad que tenía de fortalecer el teatro valenciano.

El 9 de febrero de 2007 llegó la Ley de Ordenación del Teatro y de la Danza, una norma que en principio parecía que nos reportaría los beneficios demandados pero que no cumplió las expectativas esperadas: la Ley requería una modernización de las estructuras de gestión de la política teatral y coreográfica desde su base que no se ha producido hasta la fecha. Esta modernización debería haber generado mesas de diálogo y encuentros entre los diferentes colectivos y profesionales de la escena con la consejera de Cultura y usted mismo, para ir cumpliendo y aplicando la Ley lo más pronto posible y crear el nuevo Centro Teatral de la Generalitat Valenciana. La puesta en marcha de este organismo debería fomentar la dramaturgia valenciana, los nuevos lenguajes escénicos, la formación y el reciclaje de las actrices y los actores, la investigación de los nuevos creadores, la creación de residencias, y fomentar una línea de producción de espectáculos continuada que dignificara el sector.

Podría haber creado este nuevo Centro Teatral y las voces de los diferentes colectivos, y sobre todo de buena parte de las actrices y actores valencianos, se hubieran silenciado, pero no fue así. Interpretó la Ley de espaldas a una profesión que esperaba que usted transmitiera a la consejera y a los delegados de su partido los problemas reales de las artes escénicas y que destinara las dotaciones presupuestarias necesarias y suficientes para una eficaz aplicación de la normativa.

Y lo más preocupante de toda esta situación es que, como consecuencia directa de su gestión, las actrices y los actores de aquí están dejando de trabajar en su profesión, están huyendo de estas tierras o trabajando bajo mínimos para poder subsistir.

1.5. CIRCUITO TEATRAL VALENCIANO

En el mes de enero de 2010 usted comunicó vía fax a la totalidad de las salas de exhibición que hasta ese momento habían conformado el Circuit Teatral Valencià que este dejaba de existir como tal.

Le recordamos que el Circuit nació el año 1988, que su última ampliación se produjo el 2001 en Elx y que integraba un total de 63 salas/municipios, cifra que se ha mantenido hasta su desmantelamiento.

Esta red se creó con la intención de vertebrar la exhibición de espectáculos teatrales en la Comunitat Valenciana, hacer óptimos los recursos humanos y materiales disponibles y desarrollar una política de apoyo al teatro valenciano a la vez que se fomentaba el intercambio con otras autonomías y la promoción y fidelización de los diferentes públicos.

Los representantes de las 63 salas se reunían un mínimo de dos veces al año para decidir en asamblea los espectáculos que entraban en gira, con la exigencia previa de que el 60% de los montajes programados fueran valencianos. Cada ciudad disponía de una asignación económica inicial y mínima de 15.500€ (aunque los ayuntamientos que más programaban sobrepasaban habitualmente los 20.000€), el pago a las compañías se compartía al 50% con TGV hasta agotar el total anual establecido. Era una cantidad fija con la que los municipios sabían que contaban con toda seguridad. El presupuesto total asignado era de 1.000.000€, que salían del capítulo II de gastos corrientes de TGV.

Después del azaroso fax el presupuesto baja a 800.000€, aunque dos meses después la consejera, por las presiones del propio CTV y en un gesto que le desautoriza a usted, añade 200.000€ más. Con esta rectificación se recupera la dotación anterior aunque asignada de diferente manera: la inversión sale del capítulo IV, de transferencias para subvenciones; pero el CTV queda malherido, pasa de ser una red que por consenso vertebraba el sector a ser en el mejor de los supuestos un conjunto de pueblos que se presentan a una convocatoria de ayudas para conseguir una simple subvención.

La súbita reestructuración funcional y administrativa, hecha de manera absolutamente unilateral, ha llevado aparejadas las siguientes consecuencias:
1.- Los profesionales no saben con qué aportación económica contarán para programar. La única opción es arriesgarse con el presupuesto municipal disponible. Muchos pueblos no han podido exponerse a asumir de entrada el 100% del coste de la programación, ante la incertidumbre de la subvención, menos aún en esta época de crisis, y el volumen de contratación de compañías profesionales ha caído en picado.
2.- Las localidades más pequeñas se han visto muy perjudicadas, de hecho cinco de ellas se han quedado fuera por no poder cumplir la exigencia de contratar un mínimo de diez montajes profesionales.
3.- La decisión de qué obras cuentan con ayuda para ser programadas la toma en exclusiva la directora general, que es también la encargada de decidir los seis miembros que formarán la comisión de valoración que ella misma presidirá.
4.- Para recibir la misma inversión que antes, o incluso menos, los teatros deben arriesgarse a programar mucho más y no todos se lo pueden permitir.
5.- La persona responsable de la programación no sabe cuando podrá disponer del dinero proveniente de la orden de ayudas, hecho que, consecuentemente, atrasa el pago a las compañías.
6.- Los programadores dejan de reunirse periódicamente para intercambiar información y coordinarse, por tanto, disminuye o desaparece la relación profesional que les unía. Consecuentemente, acaba primando el criterio “cualquier propuesta es subvencionable mientras sea valenciana” ya que el 80% de la programación debe ser de compañías radicadas aquí.
7.- La subvención que finalmente se otorga a cada municipio se cobra al año siguiente y se ingresa en la caja general del ayuntamiento y no en la partida presupuestaria de cultura. Este detalle administrativo, en la actual situación de descapitalización de las corporaciones municipales, provocará que el dinero de la programación teatral acabe sufragando deudas municipales más imperativas.

La liquidación del CTV, más de 20 años después de su creación, con una Junta Directiva elegida democráticamente y con una filosofía detrás que iba mucho más allá de la pura y simple programación, ha supuesto una sonora bofetada que aún tiene perplejos y confundidos a los responsables municipales de la programación escénica de todo el territorio valenciano. Y ha dejado, cuanto menos, extrañados a los profesionales del resto del Estado que siempre han considerado el CTV un modelo a imitar. De hecho, el primer modelo de la Red Nacional de Cultura, fue copiado directamente del valenciano.

Es cierto que el Circuit no era perfecto, que arrastraba ciertas carencias y desatenciones referidas sobre todo a la programación de compañías emergentes o compañías que desarrollan un trabajo considerado de creación contemporánea. La apuesta por los nuevos lenguajes era una asignatura pendiente, ampliar la mirada, ofrecer al público heterogeneidad.

Desgraciadamente, con el modelo de gestión actual resulta impracticable una ampliación racional, orgánica del CTV, y es harto difícil propiciar la flexibilización que exige este modelo de distribución cultural, dado que la mecánica de su funcionamiento viene marcada por la casuística de las solicitudes de subvención que se reciben en cada convocatoria anual. Usted ha echado por la borda la experiencia de 20 años. Porque si bien en los últimos años de funcionamiento del anterior modelo, parece ser, se inició una concienciación, una apertura hacia nuevas propuestas de programación –sin duda insuficiente–, con el panorama actual la falta de riesgo artístico o la apuesta por espectáculos menos convencionales se ha agravado aún más.

1.6. El CIRCO


¿Conoce el público valenciano lo que es el circo fuera de la puntual y casual visita a la carpa navideña con fieras salvajes? ¿Goza nuestra ciudadanía del circo contemporáneo valenciano? No, a excepción de un puñado de espectadores interesados o bien informados.

Por otra parte: ¿pueden las compañías y los artistas valencianos sobrevivir de su trabajo, ser parte y fomentar el tejido cultural y laboral valenciano? No, a excepción de cuatro o cinco compañías veteranas, esforzándose al máximo y con la suerte de cara.

Esta situación es la consecuencia de la indiferencia de las instituciones hacia el sector. Quizá la más clamorosa es la de Teatres de la Generalitat Valenciana (TGV), que desde hace décadas obvia que el circo es un arte escénico equiparable al resto de las artes escénicas, y ha conseguido que una política cultural carente de sentido afecte especialmente a las compañías y artistas valencianas que hacen circo contemporáneo.

De las 30 compañías de circo, clown y teatro de calle que existen actualmente (estas últimas no se consideran compañías de circo, pero cuentan con artistas del sector porque incluyen números o habilidades circenses), solo 8 han recibido ayuda de TGV en 2010: 2 a la producción, 3 a proyectos emergentes y 3 a proyectos bienales.

Ninguna compañía de circo valenciana ha sido programada en las salas que dependen de TGV.

El Circuit Teatral Valencià no ha tenido nunca interés ni la obligación de programar o establecer cuotas mínimas de contratación para el circo.

TGV, en 2010, solo ha apoyado 3 festivales relacionados con el circo (con un total de 43.000€ y con un techo máximo por festival de 20.000€): la M.I.M. de Sueca, el de teatro de calle de Vila-Real y el de clowns de Xirivella, que de esta manera ven limitada su capacidad de organización y de programación.

No se ha apoyado dignamente la Associació Valenciana de Circ (3.000€ en 2010), el único colectivo que ofrece cursos regulares de circo, espacio de entrenamiento y de creación, y que representa a los profesionales del sector.

Para valorar adecuadamente si esta colaboración institucional con el sector es razonable o razonablemente insultante, y para comprender la repercusión en su estabilidad profesional y laboral, cabría preguntarnos con qué apoyos cuentan las artes escénicas en otras comunidades.

Si bien el total de ayudas al sector circense en 2010 (ferias, festivales, ayudas a producción, formación, becas, coproducciones de los salas…) ha sido de 244.000€ en la Comunitat Valenciana, en Cataluña, por ejemplo, rondan los 3 millones de euros.

De la misma manera, si reparamos en el aspecto formativo (segmento clave en cualquier área profesional para generar tejido artístico y laboral), en Cataluña se apoyan 7 escuelas de circo mientras que aquí no se ayuda a ninguna, ya que el único espacio de formación existente, dependiente de la Associació Valenciana de Circ, no ha recibido ayuda para ese cometido. Y si bien ha recibido 3.000€ (frente los 65.400€ que ha recibido la Asociación de Profesionales de Circo de Cataluña) es para ayudar a sufragar el conjunto de todas sus actividades.

El apoyo institucional catalán facilita la existencia de unas 90 compañías, frente a las 30 nuestras (de las que solo la mitad pueden mantener estructura empresarial); permite mantener en activo a unos 400 profesionales, frente a los 60 de aquí (el 80% del trabajo que deben realizar estos profesionales se relaciona con acontecimientos, animaciones y figuraciones, quedando un margen muy estrecho para el trabajo en espectáculos propios o ajenos.)

Con este panorama, queda claro que las instituciones valencianas no ven el circo como un hecho intrínsicamente cultural, un sector digno de ser difundido y normalizado, equiparable a las otras artes escénicas.

No obstante, la AVC (fundada en 2003) y la Asociación de Circo Donyet Ardit de Alicante (fundada en 1998) acaban de impulsar la creación de la Asociación de Profesionales del Circo de la Comunitat Valenciana (APCCV) para continuar concienciando a las instituciones, para representar a los profesionales en cada una de sus actividades y para impulsar la estabilidad laboral de compañías y artistas.

Los profesionales y las asociaciones que vertebran el sector reclaman a las instituciones que se apoye a las asociaciones de circo locales y autonómicas; que se potencien los festivales de mimo, clown, calle y circo; que se creen subvenciones específicas para el subsector como sucede con la resto de artes escénicas; que se favorezca la creación de espectáculos; que haya cuotas de contratación; que se apoyen las iniciativas de formación; que se reciba a los representantes del sector y que se acepte su petición de formar parte de las comisiones de trabajo, premios y ayudas, donde otros representantes sí tienen presencia; que se promocione a los creadores y artistas ofreciéndoles producciones y coproducciones públicas…
En resumidas cuentas, que se tenga en cuenta el circo como expresión cultural genuina, contemporánea, propia, que hay que apoyar y equiparar al resto de artes escénicas.

1.7. EL CASO DE SAGUNT A ESCENA

El festival de teatro clásico Sagunt a Escena ha sufrido en 2010, después de treinta años de trayectoria, graves alteraciones en su organización que adulteran su esencia y su carácter.

Se ha suspendido la actuación de la compañía Los Corderos por pura incompetencia técnica de los organizadores. Se ha dejado de programar la Nau del Port de Sagunt, un espacio que ha recibido inversiones millonarias, exactamente treinta millones de euros, y que actualmente se mantiene cerrado, deteriorándose y sin poder ofrecer una mínima rentabilidad a nadie. Se ha fomentado la descalificación y el enfrentamiento con la corporación municipal saguntina por pura desidia. Se ha eliminado el nombre de Sagunt de la denominación oficial e histórica del festival, poniendo en evidencia una capacidad de apropiación e instrumentalización del patrimonio a todas luces inaudita, como si Saguntum fuera una marca comercial de quita y pon.

La evolución del presupuesto del festival en los últimos años ilustra el declive del interés y el escaso respeto que TGV tiene por Sagunt a Escena: si en 2006 era de 604.000€, en 2007 de 700.000€, en 2008 de 980.000€, en 2009 de 850.000€, llegamos al 2010 y solo se han invertido 400.000€. Y créanos señora directora general, usted lo sabe y nosotros también, la causa no es atribuible a la manida crisis: de tres meses de programación hemos pasado a tres semanas mal contadas, de pretender ser el referente escénico de la cuenca mediterránea ha pasado a ser considerado el festival apropiado para la playa saguntina. Se esta bajando la pendiente a tal velocidad que quizá el 2011 habrá desaparecido este emblemático festival si no se le pone remedio al desmán.

1.8. EL CASO PEPE SANCHO

Merecedor de un capítulo aparte en esta revisión de su gestión es, sin duda, el caso del actor, director y productor Pepe Sancho, el cual ha pasado a ser el protagonista absoluto de las producciones de TGV. Y le recordamos, que desde la macroproducción de escaparate Bienvenido Mr. Marshall, pasando por Enrique IV, Memorias de Adriano, o la última, Los intereses creados, todas, a pesar de la “valencianía” declarada de Pepe Sancho, se han estrenado en castellano.

La irrupción de este señor en el panorama teatral autóctono, ha ido desvelando ciertas maneras de proceder de los responsables de la producción teatral asumida directamente por la institución TGV. Estas nuevas maneras, que son la excepción que confirma la regla, lejos de reflejar una gestión transparente, centrada en la honradez personal y el prestigio profesional, abierta a la participación y al intercambio con el colectivo profesional que vive y trabaja desde el territorio valenciano, han supuesto una ofensa para todos los que nos dedicamos a las artes escénicas. Al margen de cuestiones personales (que no vienen al caso, pero tienen mucho que ver con el carácter provocador y soberbio de este manisero), entendemos que su proceder nos ha causado un serio perjuicio como colectivo profesional, porque nadie en absoluto, ni persona ni colectivo, merece ser tratado con la displicencia que este histrión le ha dedicado recientemente a la profesión local; es un hecho que le califica rotundamente, a la par que denota un comportamiento despótico y desconsiderado, que es lo que venimos a denunciar.

Por lo que respeta al criterio que prima para su elección como responsable de un proyecto teatral de envergadura es, básicamente, su gran popularidad. Al margen queda la calidad del proyecto, la conveniencia del montaje para el calendario de TGV, la relación de este espectáculo con una planificación general de más hondo calado, la solidez del currículo como director de escena de la persona escogida, las relaciones que esta persona haya sabido establecer con la escena valenciana a lo largo de su carrera, e incluso, la conciencia que esta persona debería tener de la existencia de este teatro propio que lleva cerca de cuarenta años en construcción.

Además de esta concepción populista que se extiende como mancha de aceite hasta el extremo que ya parece contaminar cualquiera iniciativa surgida de la dirección de TGV. Llama la atención, también, el estatus de privilegio parece haber conseguido, estatus que inexplicablemente le libera de los habituales trámites y condiciones que cualquier otro director, compañía o empresa debe seguir para trabajar con la administración. ¿Será que tiene buenos padrinos?: quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija (el dicho valenciano tal vez lo ilustre mejor: qui té padrins el bategen dues vegades).

Por otra banda, hay que incidir en la ocultación sistemática de cualquier cifra económica relativa a sus honorarios, así como de los presupuestos de producción con los que juega. Una prueba más de la opacidad en las cuentas de una institución pública que genera desconfianza y hace sospechar que las cifras verdaderas no deben ser, ni mucho menos, justas y proporcionadas. No encontramos otra explicación al hecho de que usted ignore las continúas peticiones que al respeto se le han hecho desde el Consell Rector o las Cortes Valencianas. ¿A qué cree que podemos achacar esa falta de trasparencia?

RAZONES ARTÍSTICAS

2. RAZONES DE GESTIÓN ARTÍSTICA

2.1. PRODUCCIÓN TEATRAL PÚBLICA.
2.2. COMPLETO DESINTERÉS POR LA PRODUCCIÓN PÚBLICA DE LA DRAMATURGIA VALENCIANA
2.3. LA EXHIBICIÓN EN LAS SALAS DEPENDIENTES DE TGV.
2.3.1. LA EXHIBICIÓN DE LAS PRODUCCIONES VALENCIANAS EN LAS SALAS DEPENDIENTES DE TGV.
2.3.2. LA EXHIBICIÓN DE LAS PRODUCCIONES NACIONALES E INTERNACIONALES EN LAS SALAS DEPENDIENTES DE TGV.
2.4. DIFUSIÓN Y PROMOCIÓN DEFICITARIA DE LAS ARTES ESCÉNICAS VALENCIANAS.
2.4.1. LOS PREMIOS DE LAS ARTES ESCÉNICAS DE LA GENERALITAT VALENCIANA.
2.4.2. LA WEB DE TGV Y EL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN.
2.5. LA UTILIZACIÓN Y EL APOYO DEL VALENCIANO. 

Ahora hace más de treinta años que el concepto de teatro público empezó a hacerse realidad en la Comunitat Valenciana. En sus inicios, el objetivo primordial era gestionar de forma más eficiente los espacios y los recursos que las nuevas instituciones valencianas, surgidas de la democracia, dedicaban a las artes escénicas. Había que, además, abrir nuestra Comunitat a las principales corrientes y creadores que por aquellos años (finales de la década de los setenta y comienzos de la de los ochenta) dominaban el panorama artístico occidental, tanto en el campo teatral como en el de la danza. Pronto, sin embargo, se pasó de gestionar solo la exhibición a plantear la necesidad de un estímulo eficaz a la producción de espectáculos de teatro y danza en nuestra tierra.

La política de estímulo marcó la acción de los teatros públicos durante esas primeras décadas. Una política que, como seguro usted sabe, tenía diferentes vertientes: desde las ayudas a compañías y grupos emergentes a la producción de espectáculos propios con una participación esencial de los creadores de la Comunitat, sin olvidar por ello, y como se ha dicho antes, la imprescindible abertura de nuestras salas al bueno y mejor teatro contemporáneo, programado con la doble voluntad de servir de incentivo a nuestros creadores y de fortalecer la competencia de los espectadores valencianos.

Es verdad que durante todos estos años no faltaron voces críticas dentro de la profesión que se manifestaran escépticas, cuando no reticentes, ante la política teatral (danza incluida) desarrollada desde las instituciones públicas. Lo que en ningún caso se cuestionó es que, erróneas o acertadas, los gestores institucionales tenían unas líneas de actuación muy claras y trabajaban desarrolando los correspondientes planes operativos. Eso permitió, en el campo concreto de la producción pública, hacer profesión a todos los niveles (el empresarial incluido). Mejor dicho: hizo posible que hoy día haya actividad profesional, más o menos precaria, más o menos consolidada, en el sector escénico valenciano.

Queremos aclararle, antes de seguir con esta carta, que lo que le estamos diciendo no tiene relación alguna con actitudes políticas determinadas y partidistas. Contrariamente a lo que usted, sus asesores y sus compañeros de partido quizá crean, el mundo de la cultura en general (y el sector que aquí nos ocupa en particular) no se niega a dialogar con las autoridades legítimamente elegidas, todo lo contrario. Los que suscribimos esta reflexión epistolar, pensamos que si hay un terreno donde es posible la confluencia de intereses y la voluntad de colaboración entre posiciones ideológicas y políticas muy diversas, sin lugar a dudas, este es el campo cultural.

Así ha sido, público y notorio, durante los años anteriores a su toma de posesión como directora de TGV. Hubo tensiones y desencuentros con sus antecesores, exactamente igual que unos años antes con los gobiernos socialistas, pero existía al menos un espacio de debate y, sobre todo, líneas estratégicas de trabajo que las instituciones públicas respetaban y llevaban adelante. Unas líneas maestras a partir de las que siempre era posible tender puentes. Había zonas de confluencia en torno a temas clave como por ejemplo (haga un esfuerzo por entendernos): la exhibición en salas públicas de autores, corrientes estéticas y obras de referencia de las dramaturgias españolas e internacional (tanto clásicas como contemporáneas), el apoyo a las dramaturgias valencianas emergentes, la necesidad de recuperar nuestro patrimonio teatral, la creación de un repertorio teatral en valenciano, el teatro como herramienta para contribuir a la normalización del uso de nuestra lengua, etc. Políticas sobre las que había consenso, aunque muchos pudiéramos disentir sobre los procedimientos. Eso explica, en fin, que si repasamos la programación de TGV en estos últimos quince años, encontramos que una gran parte de la profesión se encuentra representada en ella (más o menos, pero esta no es ahora la cuestión).

Sin embargo, ¿qué ha pasado con las producciones propias de TGV desde que usted es la titular del departamento? Pues que por mucho que nos esforcemos en entender las razones que motivan el diseño de la programación, poca cosa podemos sacar en claro, más allá del argumento cuantitativo con que insiste en avalarla (las cifras de espectadores: el resultadismo). Un argumento que podría tener su razón de ser si usted fuera la gestora de un teatro privado, sometida a los dictados de los resultados económicos. Pero de este tema (el de la incongruencia de cocinar cuatro cifras y acumular al mismo tiempo déficits astronómicos) ya nos hemos ocupado y no vale la pena volver a insistir.

Antes de continuar, otra precisión: no es nuestra intención centrar la cuestión en comparar las listas de las compañías y autores valencianos programados y no programados, sería como dejarnos caer en una trampa perversa. Porque, para nosotros, Gaspar Aguilar o Guillem Castro deben ser programados en los teatros públicos valencianos (como así ha sido), de la misma manera que lo deberían ser Francisco de Tárrega, Cristóbal de Virués o Juan Fernández de Heredia. Hemos puesto, evidentemente, ejemplos de autores clásicos y muertos por lo que hemos dicho antes: no vamos a entrar en el juego siniestro de enfrentar unos autores valencianos vivos con otros. Y lo mismo, obviamente, podríamos decir de las compañías, los directores, las actrices, los autores, los técnicos, etc. Otra cosa sería si existieran listas negras que marginaran del ámbito del teatro público determinados nombres, con independencia de los méritos objetivos de los marginados. Sin embargo, como no nos consta su existencia, solo podemos lamentar que la falta de criterios conocidos para elegir el catálogo de las producciones de las que usted es responsable no ayuda a aclarar porqué produce un Jacinto Benavente y no un Jacinto Grau, un Eduardo di Filippo y no un Eduardo Escalante o un Eduardo Quiles… Porque estamos seguros que la calidad de los recursos humanos de la profesión teatral valenciana convertiría en éxito cualquiera de los autores mencionados, como tantas veces se ha demostrado. Y puestos a movernos entre autores del primer tercio del siglo pasado, Carlos Arniches ya demostró su capacidad de atracción y, además, es un autor del terreno... Un autor, unos autores, tan olvidados por TGV como decenas de otros, también valencianos, clásicos y contemporáneos...

Y es que quizá esta falta de claridad en los objetivos no es más que una estrategia para esconder no la falta de criterios, que se le suponen, sino la existencia de unas líneas rojas soterradas que descansan sobre una gran desconfianza respeto a lo que las valencianas y los valencianos que nos dedicamos a esto somos capaces de hacer. Desconfianza, atención al dato, para la que ni osamos pensar que lo que subyace sea, ni más ni menos, que menosprecio hacia nuestra historia y nuestro presente teatral. Porque si realmente usted confiase en lo que la profesión teatral valenciana es capaz de hacer sin intervencionismo y sin injerencias, daría no solo la voz, encima las tablas de sus teatros, a las figuras de prestigio reconocido sino también –y sobre todo– daría oportunidades a los valores emergentes. Porque el teatro valenciano puede enorgullecerse de tener de unos y otros… En su mayoría, sin embargo, condenados a la precariedad más absoluta.

No se piense, sin embargo, que pretendemos ningún tipo de proteccionismo; eso sería absurdo en una sociedad globalizada como la nuestra; como tampoco, no, vivir de la subvención gratuita e injustificada. En tiempo de crisis, ya lo sabemos, hay que hacer economías y orientar el gasto público hacia objetivos de mayor rentabilidad social y económica: contribuir a fortalecer la producción propia con una política de producciones que sean escaparate no solo para el mercado local sino para el mercado teatral occidental en su conjunto. Porque, ¿como podemos esperar que fuera de las nuestros fronteras se confíe en nuestros creadores si el organismo público que usted dirige no confía? Esta es una responsabilidad muy grave que pesa sobre sus espaldas, porque, al fin y al cabo, los creadores escénicos valencianos que triunfan fuera de nuestra Comunitat no lo hacen gracias a la participación y el apoyo de TGV sino muy a menudo a pesar de su preterición, su marginación… y su destierro de las producciones públicas que son responsabilidad suya única y exclusivamente.

A fin de cuentas: esperamos que los teatros que usted dirige pasen a ser plataforma de difusión de la creación teatral valenciana a todos los niveles. Es decir: esperamos a que se haga lo que durante todas estas temporadas ni usted, ni su equipo, se han planteado hacer, aunque somos conscientes de que esta esperanza hoy por hoy nada más es realizable con usted fuera de la dirección de TGV.

2.2. COMPLETO DESINTERÉS POR LA PRODUCCIÓN PÚBLICA DE LA DRAMATURGIA VALENCIANA

La buena salud de cualquier teatro tiene muchos indicadores y uno de ellos es la solidez de su dramaturgia autóctona. Una dramaturgia apegada a la realidad desde una estricta contemporaneidad, con autorías de todas las generaciones, diversidad formal y una amplia variedad de contenidos para poder llegar a un amplio sector de la sociedad. En este sentido, pensamos que TGV no ha cumplido nunca, y los últimos años menos aún, una tarea decidida y coherente de descubrimiento y promoción de nuevos autores ni tampoco un seguimiento ni ningún apoyo serio y constante de los autores valencianos con más larga trayectoria.

En cuanto a los nuevos dramaturgos aparecidos en los noventa, la dejadez de TGV los relegó a las llamadas salas alternativas donde las condiciones de producción acostumbran a ser muy restringidas. Y las pocas veces que TGV los ha producido, lo ha hecho con las mismas o parecidas condiciones de producción que las alternativas. La obra de todo dramaturgo – de la misma manera que el crecimiento profesional de cualquiera director escénico o intérprete – no puede progresar nunca si sus piezas están condicionadas siempre por unas mismas pautas de producción. No puede evolucionar mostrando siempre su trabajo en los mismos pequeños espacios teatrales y ante un reducido sector del público. Para que esta evolución sea posible, es necesaria una continuidad en la actividad de todo dramaturgo que, al mismo tiempo, ha de contar con la posibilidad de testar su obra en diferentes tipos de espacio teatral y ante una diversidad de espectadores. Debería poder contar, además, de unas condiciones de producción que le permitan experimentar con mejores escenografías, elencos más amplios, disponibilidad de nuevas tecnologías, etc.

Actualmente, y a diferencia de otros centros dramáticos del Estado, a ninguno de nuestros dramaturgos, sean de la generación que sean, nuestro teatro público le ha proporcionado esta posibilidad de crecer. De hecho, las producciones públicas de dramaturgos valencianos han sido experiencias aisladas en el tiempo y sin que se aprecie un criterio claro en la selección de los autores y de las obras.

Todo eso puede parecer difícil de creer, pero hay datos que lo demuestran objetivamente: en 16 años de vida del TGV, solo se han producido 8 obras de los más recientes dramaturgos, mientras que los dramaturgos valencianos de la generación anterior –algunos de ellos con una destacada proyección nacional y hasta internacional – han sido prácticamente ignorados en todo este tiempo. Este olvido parece un anuncio de lo que les pasará en un futuro próximo a los autores aparecidos más recientemente.

Por tanto, se puede afirmar que TGV ha producido medio dramaturgo valenciano al año, eso si no tenemos en cuenta que, algún año, ha llegado a producir por sorpresa dos o tres. Eso quiere decir, sin embargo, que han pasado años enteros sin que se haya producido ningún dramaturgo valenciano. Además, si descontamos los autores producidos en la primera etapa de TGV –que tampoco fue para lanzar cohetes– la media cae aún más y podríamos afirmar que, con el actual gobierno, TGV ha producido menos de medio dramaturgo valenciano al año. A este despropósito habría que añadir otro, no menos sorprendente: de todas las producciones citadas, solo una fue en valenciano.

Una propuesta de 2005 que parecía que podría cambiar este panorama como fue el ciclo Nuevas Dramaturgias, impulsado por el anterior director de TGV, no acabó nunca de despegar. No decimos que fuera una solución perfecta, pero por lo menos se aproximaba a estrategias elaboradas en otros centros dramáticos del Estado y, seguramente, con el paso del tiempo y las mejoras que suelen acompañar los proyectos perdurables, podría haber dado mejores resultados. Pero incluso esta remota posibilidad de producir –siempre con unas condiciones muy limitadas– acabó apagándose y en lugar de evolucionar, retrocedió hasta su práctica desaparición en la actualidad.

Se podría aportar el argumento contrario alegando que, quizá, no se han producido demasiados dramaturgos valencianos pero que sí que se les ha programado en todos sus teatros. Pero tampoco eso es así, ya que solo se han exhibido en los de medio y pequeño formado. Por ejemplo, en 16 años, solo se ha programado una obra de un nuevo dramaturgo valenciano al Principal. De esa misma promoción de dramaturgos, hemos podido ver 65 obras en teatros de medio formato (37 en el Talia, 15 en l’Altre Espai, 13 en el Rialto) y 25 en salas de pequeño formato (21 en la Moratín y 4 en la Matilde Salvador). Llama la atención el número de obras exhibidas en el Talia, uno de los pocos espacios teatrales de la ciudad de Valencia que la conselleria de Cultura reservó para el Teatro Valenciano al hacerse cargo de su gestión en los primeros años noventa, y que se convirtió en el espacio medio reservado al teatro valenciano; aunque, nada más iniciar este camino, el Talia se cerró más de dos años por reformas. Adscribir un espacio para exhibir nuestro teatro puede parecer, a priori, una buena solución, siempre que este pueda adaptarse a la diferente naturaleza de las diferentes propuestas de las compañías valencianas. Pero no es el caso del Talía, dado que este precioso teatro a la italiana no permite la adaptación de muchas propuestas contemporáneas que requieren otro tipo de espacio escénico contemporáneo.

Además, debemos matizar, que no se “programan” dramaturgos valencianos, se programan dramaturgos-que-tienen-una-compañía-propia con la que poder montar sus proyectos. Que es diferente. La dramaturgia valenciana ha conseguido cierta proyección nacional, y en algunos casos internacional, gracias a estas compañías lideradas por los mismos dramaturgos. Sin estas compañías, no existiría dramaturgia valenciana alguna. El teatro público las ha subvencionado y, en algunos casos, las ha programado con cierta regularidad, pero eso, insistimos, solo es una de sus tareas de obligado cumplimiento. Y, además, debería hacerlo con unos criterios estéticos sólidos y contrastados o, por lo menos, razonables y transparentes.

Podemos plantear más preguntas sobre la política de TGV con respecto a esta cuestión a lo largo de todos estos años, pero las conclusiones a las que llegaremos son las mismas. Por ejemplo, para qué sirven las ayudas a la escritura. Desde su primera convocatoria, se han dado más de un centenar de ayudas a la creación de textos dramáticos y ninguno de ellos ha sido producido por TGV. Ninguno. Solo algunos han sido puestos en escena por la compañía del autor que recibía la citada ayuda, y pocas veces han sido programados después en un teatro público. El año pasado se cambiaron las bases de estas ayudas y ahora se han de ceder tres años los derechos del texto a TGV, ¿con qué finalidad? Porque eso lo único que ocasionará será que ni los propios autores puedan montar el texto con su compañía, como venía pasando hasta ahora.

En conclusión, se ha hecho tan poco por la dramaturgia valenciana desde TGV que, cualquier iniciativa bien intencionada que surgiera, por pequeña que fuera, parecería una verdadera revolución teatral. Y se pueden buscar mil excusas y rebatimientos, incluso, se puede cubrir esta desatención y desinterés por los creadores valencianos bajo la perfecta coartada de la crisis, pero esta crisis solo hace tres años que empezó, ¿qué pasó los años anteriores? Solo habría que salir a la calle y preguntar si la gente conoce algún dramaturgo valenciano y si pueden citar alguna obra suya que hayan visto recientemente. No nos sorprendería descubrir que Jacinto Benavente y Los intereses creados pueda ser la respuesta más repetida.

2.3. LA EXHIBICIÓN EN LAS SALAS DEPENDIENTES DE TGV.

2.3.1. LA EXHIBICIÓN DE LAS PRODUCCIONES VALENCIANAS EN LAS SALAS DEPENDIENTES DE TGV.

Durante su etapa de gestión se han reducido drásticamente los periodos de exhibición y el cachet de los espectáculos valencianos en las salas de la ciudad dependientes de TGV: hemos pasado de tres y cuatro semanas, que era lo habitual hace unos años, a una o dos semanas actualmente, y de manera excepcional, tres o cuatro semanas.

Bajo su dirección, ha desaparecido la Sala Moratín, una sala muy estimada especialmente por los intérpretes y las compañías, y también se ha cerrado otro espacio emblemático del teatro valenciano como fue l’Altre Espai. Un teatro de larga trayectoria privada pero con una clara vocación pública que el director general que le antecedió sí supo mantener. Este cierre evidencia el centralismo y la uniformidad de su manera de concebir la gestión del teatro público, y el abandono de otras muchas salas periféricas que ejercían la misma función que esta, así como de salas alternativas que reciben un apoyo timorato y bien desconectado de un proyecto específico y consensuado para este tipo de espacios.

También se había conseguido incorporar la Sala Matilde Salvador a las programaciones de TGV mediante la firma de un convenio con de la Universitat de València. En total, durante la etapa anterior a la suya, además de acelerar la reapertura del Teatro Arniches -demasiado tiempo en obras- se abrieran tres salas: reapertura de la Moratín y de l’Altre Espai, e incorporación de la Matilde Salvador. Tres salas nuevas en un año, tres, que se han ido cerrando durante su mandato, señora Gil.

El Teatro Rialto, espacio de referencia histórica desde 1987, ha estado cerrado por reforma durante catorce meses sin que su reapertura haya evidenciado ninguna mejora de las condiciones técnicas y de trabajo. Por no hablar de una millonaria e inutilizable obra de transformación de la sala de ensayos sita en el mismo edificio, que por su inadecuada sonoridad va a ser muy difícil encontrarle otros usos que los protocolarios: ha costado 950.000€, mucho más que la reforma del propio teatro que solo alcanzó 453.000€.

El Teatro Principal de Valencia, que debería ser la sede de la compañía estable de TGV y ofrecer una programación de máxima calidad por su condición de espacio histórico único, programa espectáculos que por lógica debería poner en cartel el Teatro Olympia, haciéndole una especie de competencia a todas luces desleal, en un intento de abaratar el gasto de la exhibición con los ingresos de la taquilla de espectáculos inmoderadamente comerciales.

Esta falta de previsión, coherencia y criterio desorienta al público, a los medios de comunicación y a los propios profesionales porque ha convertido los teatros valencianos en contenedores indefinidos y maltratados, sin personalidad, donde todo cabe. Ah, fíjese señora Gil, solo hemos hablado de la ciudad de Valencia: ¿es usted consciente que hay vida más allá de su término municipal?

2.3.2. LA EXHIBICIÓN DE LAS PRODUCCIONES NACIONALES E INTERNACIONALES EN LAS SALAS DEPENDIENTES DE TGV.

Es evidente el aislamiento artístico a nivel nacional e internacional que sufrimos. En las salas públicas solo se programa teatro comercial madrileño y algunas compañías internacionales de danza neoclásica. Estamos lejos de formar parte de un circuito de programación moderno donde las tendencias del teatro actual puedan verse a nuestras ciudades. Estamos hablando de compañías y producciones que son habituales en los teatros europeos y españoles, y de creadores que son renovadores del panorama teatral desde hace mucho años y que no han tenido la oportunidad de pisar las tablas de un escenario público valenciano; por no hablar de los profesionales valencianos que se han visto obligados a emigrar por no encontrar salida ni futuro profesional en su propia tierra. Hablamos de artes escénicas y de creadores, no de actos y eventos populistas, muy fáciles de rentabilizar políticamente a corto plazo.

Es más, el aislamiento que sufre el público valenciano en relación a estos creadores de referencia provoca que no tenga costumbre de ver trabajos de diferentes sensibilidades, con otros valores y de otras procedencias, que haya perdido el hábito de ver y entender propuestas nuevas y, como consecuencia, que progresivamente el sector se estanque creativamente para acabar constituyendo unos y otros, un círculo vicioso al margen de los flujos culturales europeos y paralizado estética e ideológicamente. Con esta fórmula se consigue una ciudadanía acrítica deseosa de aplaudir solo las evidencias que se le empapuzan, ¿es lo que usted busca, señora directora?

A menudo, esta falta de programación de referencia puntera queda relegada en algún festival y/o a iniciativas privadas independientes que trabajan en condiciones económicas mucho peores, y todo lo que esto comporta: precariedad laboral, voluntarismo artístico, exhibición de corta duración, escasa repercusión social, etc. La obligación y la responsabilidad de programar para todos los públicos es del organismo que gestiona los teatros públicos de la Comunitat Valenciana, pero esta responsabilidad no se ejerce desde la administración.

2.4 DIFUSIÓN Y PROMOCIÓN DEFICITARIA DE LAS ARTES ESCÉNICAS VALENCIANAS.

2.4.1. LOS PREMIOS DE LAS ARTES ESCÉNICAS DE LA GENERALITAT VALENCIANA.

Desde el 1994 se venía celebrando la Gala de las artes escénicas valencianas en el Teatro Principal de Valencia, un escenario con una gran carga referencial y simbólica para el conjunto de la profesión. Este acto de entrega de los galardones que reconocían los trabajos más destacados de la temporada solía coincidir con la fecha de celebración del Día Mundial del Teatro y a lo largo de los años -a pesar de ir siempre acompañada de las clásicas polémicas relacionadas con los premios y los premiados- se había convertido en uno de los acontecimientos más importantes para el encuentro y la promoción de las artes escénicas a nuestra Comunitat. Este acto había pasado a ser otra pieza consolidada y necesaria de nuestro andamiaje cultural; pero como tantas otras veces, ahora mismo ha quedado reducido a una triste parodia de lo que fue.

El objetivo principal de este acontecimiento era la difusión y la promoción de nuestra escena. Para conseguir este objetivo la gala tenía una dotación presupuestaria suficiente, alrededor de 25.000€ en las últimas ediciones. Esta dotación presupuestaria suficiente permitía crear un espectáculo atractivo que la sostenía con dignidad, siempre dirigido por un director de renombre, en vistas a su retransmisión en directo a través de Punt 2 (ahora Nou 2, el canal cultural de TVV), en un programa que conseguía una media próxima a los 25.000 espectadores. También TGV designaba una persona que se ocupaba en exclusiva de la promoción en los medios de comunicación de los nominados y los premiados.

Actualmente, la promoción en los medios de comunicación ha quedado reducida a un par de esmirriadas notas de prensa, se ha eliminado la dirección artística y el concepto de gran espectáculo-escaparate. La fecha de su celebración baila en el calendario y ha dejado de ser la gran celebración promocional que todos hacíamos del Día Mundial del Teatro.

La dotación económica que recibían los premiados (3.000€ cada uno) ha sido sustituida por unos libros editados por TGV y un par de abonos para pasar un fin de semana de relax en un spa. Abonos que pasan por ser una promoción del mismo balneario y que no le cuesta dinero a la institución ya que, casualmente, este mismo balneario tiene relación comercial con TGV. O sea, señora Gil: estamos promocionando los balnearios en vez de las artes escénicas. Este detalle también contribuyo al efecto grotesco que adornó la edición de 2009 en la Nau de Sagunt, donde el único que tuvo ocasión de dirigirse al público fue el habitual de los premios, Nacho Duato, porque la organización prohibió hablar a todos los demás asistentes y premiados, con lo que esto supone de menosprecio a la libertad de expresión. Menosprecio que siempre encuentra la excusa perfecta con el argumento sobre la agilidad en la entrega de los galardones o en cualquier otra coartada absurda. Sin olvidar la poca asistencia que obtuvo esta convocatoria, tanto de público espectador como de nominados y galardonados, y del aún menor eco que tuvo en los medios de comunicación. La última edición ha tenido más repercusión gracias a que se ha vuelto a insistir en el objetivo principal de los Premios y esto ha provocado que se oyeran voces críticas en los diarios. Usted se ha escondido detrás la excusa de la crisis y la necesaria austeridad, pero ese argumento no sirve para explicar por qué, una vez más, no se ha dejado hablar a los premiados, excepto a Gil-Albors, antiguo director de la casa.

La escultura de Manuel Boix -artista de calidad indiscutible- que se había convertido después de tantos años en el icono que todos identificábamos como el emblema de la distinción y el reconocimiento, ha sido sustituida por una pieza de dudoso valor artístico de la que aún no se ha explicado el nombre de su autor ni el motivo del cambio.

Antes podía concurrir a estos premios cualquier espectáculo valenciano profesional exhibido en nuestro territorio, pero ahora solo lo pueden hacer los exhibidos en las salas que gestiona TGV; una argucia más para aumentar su control personal sobre la promoción de la profesión.

De todos los cambios que ha sufrido este acontecimiento en las últimas dos ediciones no ha habido ninguno que lo haya hecho crecer o mejorar, es más, a nuestro modesto entender ha pasado todo el contrario. Para concluir, hay que hacer referencia a la composición del jurado que designa a los premiados: antes era un jurado amplio, variado y consensuado con la profesión, y actualmente es un grupo ínfimo de profesionales intrascendentes elegidos arbitrariamente de entre sus colaboradores más cercanos.

2.4.2. LA WEB DE TGV Y EL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN.

Es innegable la importancia que tiene para la sociedad mantener activo un fondo de documentación que custodie el archivo histórico de una actividad tan dinámica y efímera como la nuestra. El Centro de Documentación es un departamento de TGV que debería tener una relevancia fundamental entre los profesionales de las artes escénicas y ser causa de orgullo para la ciudadanía.

Pero la evidencia demuestra una vez más que su actividad ha quedado reducida a la edición lujosísima, eso si, de los catálogos de las producciones propias de TGV, casi la mitad de ellos dedicados a las producciones del Ballet, mientras que otras colecciones se publican con cuentagotas o directamente parecen haber quedado olvidadas, como la que atendía la investigación escénica valenciana que, dicho sea de paso, podría tener más variedad de autores.

Por otro lado, la web, una de las herramientas principales de cualquier departamento cultural que se precie, ha sido cerrada durante meses con una razón tan seria y contundente como que había que cambiar el diseño para adaptarlo a la imagen corporativa de la Generalitat; cierto, pero “quien te ha visto y quien te ve, sombra de lo que eras”. El cierre súbito e injustificado de la web es otro signo del deterioro y abandono de tareas que deberían ser revisadas diariamente para que pudieran servir como aglutinadores y difusores de lo que se hace a nuestra Comunitat. Se podría haber mantenido en funcionamiento mientras se hacían esos cambios estéticos, porque ni tan siquiera el hecho de haber ganado posteriormente un premio a la apariencia es motivo para justificar el cierre de una herramienta de comunicación y difusión tan importante durante un período “en construcción” tan largo. Además, una de las carencias que más llama la atención es que con el nuevo diseño ha desaparecido la posibilidad de consultar la amplia base de datos que antes estaba abierta a las consultas del ciberespacio, de manera que actualmente no se puede acceder a ninguna información referente a producciones, historial de compañías, legados… Ni a al fondo bibliográfico o audiovisual. Visto lo visto, parece que la anterior web cumplía mucho más como servicio público, aunque quizá tuviera un diseño menos moderno. ¿Cree usted que para ese viaje hacían falta alforjas?

Todos estos cambios son tan significativos que resulta difícil no ver, bajo esta nueva política de aparente austeridad, una voluntad de ir apagando también la vida de este departamento. De hecho, antes de su llegada, el Centro de Documentación desarrollaba lo que nosotros consideramos tareas fundamentales de la memoria de nuestra escena -investigación, custodia y gestión-, y entre esas tareas emerge una capital, la creación de una biblioteca de las artes escénicas cada vez más completa y rica, pública y accesible; pero ya vemos que eso será difícil de mantener con su política de desactivación de lo que funciona, tan del gusto de sus superiores jerárquicos, que va menguando los recursos destinados a ese noble fin y que frenan la iniciativa pública tal y como está pasando ahora.

2.5. LA UTILIZACIÓN Y EL APOYO DEL VALENCIANO.

Ha quedado claro su desinterés por el uso de nuestra lengua en las producciones que usted ha propiciado. Se ha pasado de un alto porcentaje de producción en valenciano en etapas anteriores al muy bajo, ínfimo, que ahora sufrimos. Si nos fijamos en las últimas producciones (casi siempre en castellano, frente a las pocas que se hacen en valenciano), y mirando la cartelera del último trimestre de 2010, llegamos a la conclusión de que en su dirección general ni se promociona el valenciano como idioma de cultura ni se utiliza como lengua vehicular informativa ni se verbaliza en las intervenciones públicas. Mal de muchos, consuelo de tontos, debe pensar usted cuando se compara con el resto de instituciones gobernadas por su partido, y no le falta razón…

La precariedad a la que se ven sometidas las compañías también las obliga, muchas veces, a elegir entre las dos lenguas oficiales por cuestiones de subsistencia y de mercado. En definitiva, trabajar en valenciano se convierte únicamente en una opción personal de cada colectivo y no en una tarea fomentada y apoyada por la administración pública, como es su deber, hecho que facilitaría la normalización y presencia de la lengua de manera natural y productiva en los escenarios valencianos.

Como muestra, un botón: la convocatoria de Ayudas a la promoción del uso del valenciano en las producciones teatrales 2010, de la conselleria de Educación han tenido una dotación económica de 9.100€ para todo el territorio, ¡y somos más de cinco millones de personas! En cualquier caso, unas ayudas ridículas para el sector. Fíjese señora Gil: catorce empresas se han repartido 579€ cada una y otras cinco han alcanzado la astronómica cifra de 200€ cada una.

Últimamente, la palabra “comercial” aparece muy a menudo vinculada a su propuesta de difundir las artes escénicas. Piense que el comercio no es una actividad “propia” de la administración pública y que se ha de atender y entender la riqueza cultural y no la riqueza puramente crematística. De hecho, la manera como se gestionan las programaciones públicas se parece más a la gestión privada y lucrativa de la programación comercial de un teatro privado (contra la cual, obviamente, nada tenemos que objetar, más bien todo lo contrario), que no a la gestión de un ente y unos presupuestos públicos.

¿Es usted consciente, señora Gil, que ha desestabilizado los puntales que sustentan la estructura de un sector de la cultura que puede tardar muchos años en recuperar la seguridad en si mismo? La prudencia es una virtud cardinal que tal vez usted conoce bien, pero que nunca aplica ¿por qué no actúa con más precaución cuando sabe que su gestión afecta a tantas personas, a tantas empresas, que son las que al fin y al cabo le están dando a usted la posibilidad de ejercer un cargo que de otra manera esta sociedad no necesitaría? Es como si mordiera la mano que le da de comer: ¿se imagina usted gestionando un departamento de agricultura en el Sahara?